La economía está cambiando y la globalización ha implantado nuevos modelos, también en el turismo, como el turismo inteligente y colaborativo, que ‘arrasan’ en las grandes ciudades, han llegado para quedarse y se están haciendo cada vez más visibles, provocando protestas vecinales y del sector turístico tradicional y respuestas de las administraciones locales. Un estudio de la UAH muestra que en Madrid capital la concentración de apartamentos de turismo colaborativo es mucho mayor que en Barcelona, aunque esas presiones son mucho menos visibles.
El estudio, titulado ‘Destino turístico inteligente y colaborativo (3’s) aplicado a Madrid y a Barcelona’ y realizado por la investigadora Elena Cerdá Mansilla, se ha llevado a cabo con datos de la principal operadora en este tipo de modelo de turismo colaborativo: Airbnb, ya que se trata del máximo exponente en su sector.
Según los datos analizados, en abril del año 2017 en Barcelona había registrados en esta plataforma 8.869 apartamentos completos, 8593 habitaciones privadas y 190 habitaciones compartidas. Teniendo en cuenta solo el dato de los apartamentos completos, cabe indicar que el 36% de los mismos se concentraban en solo uno de los 10 distritos de la capital catalana, ‘L’Eixample’, aunque otro distrito aledaño, ‘Ciutat Vella’, acogía el 20% de la oferta. Es decir, que entre ambos sumaban el 56% del total de la oferta de apartamentos completos en la ciudad condal. Curiosamente, es otro distrito el que oferta los apartamentos más caros: ‘Sarrià-Sant Gervasi,’ con un precio medio de 175 euros, mientras que la media en ‘L’Eixample’ es de 154 euros. La media por apartamento en Barcelona es de 138 euros la noche.
En Madrid, en enero de 2018, la situación era la siguiente: en total, había 10.338 apartamentos completos ofertados en esta ciudad, además de 5.768 habitaciones privadas y 207 habitaciones compartidas. Un solo distrito, de los 21 que tiene la ciudad, el ‘Distrito Centro’, acapara el 62% de la oferta de apartamentos completos. Un porcentaje mucho mayor que el existente en ‘LEixample’ y superior aun sumando la oferta de ‘L’Eixample’ y ‘Ciutat Vella’. El siguiente distrito madrileño con más oferta en Airbnb es el de ‘Salamanca’ y el porcentaje es mucho menor, el 7%.
En este caso también, el precio por noche de alojamiento es superior en el barrio de ‘Salamanca’ (128 euros) que en el del ‘Distrito Centro’ (93 euros), que está incluso por debajo de la media de la ciudad (94 euros).
Pero, ¿por qué entonces es más visible la presión social, económica y política en Barcelona que en Madrid? La investigadora de la UAH estima que esto es debido a la gran tradición turística que tiene la ciudad condal, en la que el sector turístico siempre ha sido una prioridad y uno de los sistemas productivos más potentes. ‘En Barcelona hay más cultura turística. Si nos fijamos en las grandes cadenas hoteleras, la mayoría han nacido en Palma de Mallorca y han tenido una estrecha relación con la ciudad condal. El interés por el sector turístico es mucho mayor desde siempre y la presión de los residentes también es más visible –no digo que exista más- en Barcelona. Pienso que en Barcelona se ha detectado antes la anomalía del mercado debido a esa mayor tradición y conocimiento del sector. También hay que añadir que Barcelona cuenta con un mayor grado de exposición a flujos turísticos masivos por el intenso desarrollo de actividades turísticas como los cruceros. Ello ha permitido una mayor sensibilización de los residentes ante la industria turística’, indica Elena Cerdá Mansilla.
En el estudio también se pone en evidencia la necesidad de incluir el sector de turismo colaborativo dentro de los indicadores generales del sector, algo que aún no se ha producido y que, por tanto, genera anomalías, dada su potencia. ‘Hay un tabú con la economía colaborativa, pero forma parte del sector y debería incluirse como indicador dentro del modelo de destinos turísticos porque no deja de crecer y está transformando el sector’.
Igualmente, la investigadora destaca ‘la dificultad del acceso a datos abiertos. Hay necesidad de cuantificar el impacto del turismo colaborativo en ambas economías para la adopción de medidas que se adecuen al panorama turístico de cada urbe. No se están considerando las nuevas disrupciones que se están incorporando al mercado y no se valora la situación real, y es necesario para facilitar decisiones políticas adecuadas que permitan los intercambios entre la economía colaborativa y la economía inteligente hacia la verdadera finalidad del modelo: que los destinos turísticos sean sostenibles en el más amplio sentido de la palabra sostenibilidad’.
Información Universidad de Alcalá